ALEGORÍA A LA LIBERTAD
Y cuando la
orquesta hace que el silencio inunde el desierto bajo la media luna teñida de
un expectante color naranja ese silencio que se entretiene con cada
instrumento: sujeta las cuerdas del arpa, acaricia delicadamente el tubo del
oboe, descubre los secretos de un Stradivarius loco de impaciencia por hacerse
escuchar después de haber estado toda su vida enterrado bajo una duna. El
silencio vaporoso y eterno, digno de los delirios de una deidad provoca en cada
uno de los oyentes su propio descubrimiento. Pero el silencio pierde el
equilibrio y un rebelde piano le ataca y rompe gracias a unas notas enérgicas e
impetuosas que solo el imponente rey puede propalar; descubrir el sonido,
hacerlo surgir, erguirse y alzarse hasta rozar las estrellas en un magnífico
allegretto al que inmediatamente se unió el resto de la orquesta. Se dejan llevar , sin director, sin reloj, sin
nadie que pueda impedir y reprimir a unos instrumentos ansiosos por liberar
todo lo que sienten , porque el poder hacerlo les otorga otro minuto más de
vida a estos seres inertes.